Participó de Gran Hermano y terminó en la calle sin un mango: "Estuvo tirado"
Entró con el sueño ganar el premio para poder operarse. No tenía para pagarse el alquiler.
Alejandro Iglesias fue uno de los participantes que más marcó la historia de Gran Hermano debido a que, en pleno 2011 y con solo 26 años, se convirtió en el primer varón trans del reality y referente más importante de la lucha de la comunidad. Si bien consiguió plata para las operaciones de cambio de sexo, vivió la pobreza extrema post reality.
Iglesias nació bajo el nombre de Silvia dentro de una familia de clase media-trabajadora de la localidad bonaerense de Avellaneda. Desde chico se dio cuenta de que no se sentía mujer y que quería ser hombre, pero la transición no fue para nada fácil. Sus seres queridos lo apoyaron en todo desde el primer momento y lo acompañaron en su cambio físico, sin embargo, gran parte de su vida estuvo marcada por la discriminación y la falta de oportunidades. De hecho, todas estas situaciones despertaron en él una gran depresión que lo llevó a querer quitarse la vida cuando tenía 21 años.
Su gran deseo era tener el DNI con su nueva identidad y hacer el cambio de sexo, pero la intervención quirúrgica costaba miles de pesos que no tenía. Con el paso de los años, pudo mejorar su relación consigo mismo y su estado de ánimo gracias a que el gimnasio cambio su apariencia física, aunque no desistía de la operación. En 2011, cansado de esperar a que sus condiciones económicas mejoren, tomó la decisión de probar suerte en Gran Hermano. Más allá de las cuestiones mencionadas, vio en el programa la posibilidad de probar cosas nuevas y de dejar su timidez de lado.
La historia de Iglesias visibilizó aún más la dura vida de la comunidad tras y por eso fue la imagen de un avance social muy importante. Tras salir de la casa, pudo hacer su DNI masculino y consiguió la plata necesaria para pagar las 3 operaciones que conforman el cambio de sexo. Todo el proceso al que se sometió fue muy duro, ya que cada intervención lo dejaba en cama por un largo periodo, sentía grandes dolores y debía tomar hormonas masculinas diariamente. Con el paso del tiempo, su salud fue mejorando y pudo empezar su nuevo destino que tampoco fue sencillo.
A pesar de que la sociedad se fue deconstruyendo, durante muchos años siguió viviendo la discriminación en carne propia. De hecho, le costó mucho conseguir trabajo fijo. Luego de mucha búsqueda, empezó a desarrollarse en el área de Diversidad Sexual del Ministerio de Desarrollo Social. Si bien el aporte del empleo colaboró a tener un mejor pasar económico, la realidad es que no le alcanzaba a cubrir todas las necesidades, por eso hacía changas como reparto de Mercado Libre, delivery y otras cosas.
En medio de un viaje de trabajo con el tren sanitario por el norte de nuestro país, conoció a Luz Rodríguez, una jujeña que acompañaba a su hermano tras. Rápidamente, se enamoraron, ella se vino a vivir a Buenos Aires con él y, actualmente, están hace cuatro años juntos. Gracias a la contención que le dio la mujer, Iglesias pudo mejorar su relación consigo mismo y le dio la fuerza para seguir luchando por sus sueños.
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