A 35 años de la muerte de Olmedo: el misterio de la bolsita rosa de su muerte
El capocómico falleció en la mañana gris de Mar del Plata del 5 de marzo de 1988. Tenía 54 años y cayó desde el piso 11 del edificio Maral 39 frente al mar. El papel de Nancy Herrera y el fantasma de la droga
Un 5 de marzo de 1988 en Mar del Plata, en plena madrugada con un ciel cargado de nubes y el viento frío y habitual frente al mar. Un hombre de mediana edad, en cuero, colgando de uno de los balcones del piso 11 del edificio imponente que enfrentaba al mar, el Maral 39, intentaba subir una de sus piernas, engancharla en la baranda antes de que sus manos no resistieran más. Una mujer, del lado de adentro del balcón, trataba de ayudarlo, hacía una fuerza inútil por traerlo de vuelta. El hombre no aguantó más y se soltó. Y cayó con los ojos abiertos, fijos en ella, en silencio, sólo las rompiendo y el silbido del cuerpo atravesando el aire, con los brazos abiertos, en cruz.
Las imágenes del cuerpo de Olmedo sobre el pavimento salieron en todas las revistas y se repitieron con fruición en la televisión. Revista Gente consiguió fotos exclusivas compradas a un fotógrafo amateur que pasaba por el lugar en el momento del hecho. Tomó entre otras cosas, cómo Nancy abrazaba al actor
Las imágenes del cuerpo de Olmedo sobre el pavimento salieron en todas las revistas y se repitieron con fruición en la televisión. Revista Gente consiguió fotos exclusivas compradas a un fotógrafo amateur que pasaba por el lugar en el momento del hecho. Tomó entre otras cosas, cómo Nancy abrazaba al actor
El escándalo se propagó de manera instantánea. Era natural. Un tsunami mediático. Diarios vespertinos, revistas de actualidad, tabloides sensacionalistas, comentaristas radiales, chimenteros de contratapa y de la televisión. Todos abocados al triángulo amoroso. Olmedo hizo lo de siempre. Esquivó a los periodistas. Y cuando no le quedó más remedio que dar alguna entrevista, eligió la discreción. Fontana brindó declaraciones inverosímiles, lanzó acusaciones, quiso contraatacar a cada periodista que enfrentó, pero quedó expuesto y vulnerable.
Cuando ya no pudo más, cuando la fuerza lo abandonó, una mano se deslizó de la baranda y la otra soltó a Nancy. El cuerpo cayó vertical once pisos, casi cuarenta metros. Rebotó contra un cantero, pegado a la vereda y terminó en el pavimento. Boca arriba, los brazos desplegados, un ojo abierto. El jean se rompió en la entrepierna con el impacto, se veía el slip rojo (para la buena suerte), había sangre en las piernas que parecían descoyuntadas, con sus botas marrones favoritas. Una imagen que se fijó en una generación, entre el pavor, la impresión y el desgarramiento de perder a un ser querido.
Un joven médico interrumpió su carrera y trató de reanimarlo. Otros más se acercaron. Lo reconocieron enseguida. Los curiosos se empezaron a juntar. Un vecino de 17 años cruzó al otro balcón del departamento que alquilaba el cómico para ayudar a Nancy que gritaba con medio cuerpo por sobre la baranda mirando hacia abajo. El chico entró por el dormitorio y quiso abrir la puerta del departamento para que ingresaran los vecinos que se acumulaban ya en el pasillo. Pero estaba cerrada con llave y no la encontraba. Buscó y las halló en la mesa de la cocina. Apenas abrió la puerta fueron varios los que corrieron a sacar a Nancy del balcón.
Que pasó la noche del 4 de marzo
Después de la función del viernes 4, Olmedo fue con varios de sus compañeros a comer al restaurante Múnich Hamburgo, uno de sus lugares preferidos. Era tanta la confianza con el local que durante la tarde había enviado a uno de sus asistentes con un cochinillo para que se lo prepararan para la noche según sus indicaciones. Javier Portales no pudo concurrir porque fue avisado tarde y ya había arreglado otro programa con su mujer. Silvia Pérez prefirió no hacerlo. Según sus dichos, esa misma tarde había finalizado la relación que los había unido durante muchos meses del ‘87. Es probable que enterada de la llegada de Nancy a la ciudad, ella se haya disgustado y puesto punto final al vínculo.
En medio de la cena, Olmedo se levantó a hablar por teléfono. Llamó, se supo después, al Maral 39 para ver si Nancy había llegado bien. Le dijo que en un rato se verían. Brindó con vino blanco, apuró un panqueque de manzana y pidió que le prepararan una bandeja con el cochinillo que había sobrado para comer frío al día siguiente. Antes de irse, conminó en broma al resto, para que fueran al cine a ver Atracción Peculiar. Lo conocían y nadie preguntó dónde iba. Aunque todos imaginaran la respuesta. Sabían que él prefería el silencio, sabían que todavía Nancy era un tema incómodo, que combinaba la derrota, el escarnio, el deseo y, por supuesto, el amor.
Sobre Nancy recayeron las sospechas de haber tendido una emboscada a las dos estrellas. Son muchos los que están convencidos de que fue ella la que alertó al fotógrafo dónde y con quien iba a estar esa noche. Sabía que en unos pocos días estaría en todos los kioscos del país.
Se encontraron en el departamento del piso 11. Hablaron y tomaron mucho. En el espejo del baño ella había escrito con jabón: "Te ama, Nan". Olmedo cuando lo vio, replicó también en el espejo remedando la jerga del Manosanta: "Eu tamben, Al". Se supone, eso declaró Nancy, que le contó que estaba embarazada. Los festejos se multiplicaron. Hasta las 8 de la mañana, hasta el momento en que Olmedo salió al balcón.
Nadie sabe bien qué sucedieron esas horas y en especial en ese minuto en el balcón. Tal vez, a esta altura, ni siquiera Nancy Herrera lo sepa.
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