Es de Salta, se mudó a Tucumán y se gana la vida vendiendo sus packs y videos
Ejerció la prostitución, pero la pandemia la obligó a reconvertirse. Contó porqué no se siente representada por el feminismo.
Natasha es una salteña que encontró una nueva forma de vivir -y sobrevivir a la crisis- en un rubro que para muchos es prohibido. Comenzó ofreciendo servicios de acompañante sexual y ahora sólo vende contenido para adultos a través de plataformas digitales.
La muchacha de 29 años se animó a contar su experiencia en el sitio El Tucumano: "Mis inicios fueron de forma independiente, siempre en la autogestión. Me metí sin entender mucho y sin que nadie me explique nada. Era un mundo completamente desconocido y con muchos prejuicios. Uno piensa que es un mundo muy sombrío, con gente sombría, fea, que la vas a pasar mal y te van a hacer cosas horribles. La verdad que hay de todo, gente más agradable y menos agradable. Pude establecer vínculos copados que no dejaban de ser pagos. Es mucho más que sexo".
En octubre del año pasado, Natasha dejó los encuentros personales para iniciarse como trabajadora sexual en el mundo de las redes sociales, pero no reniega de su pasado como acompañante de la vieja escuela: "Me acuerdo de ir a los hoteles del centro donde la luz era tan roja que no llegabas a divisarle la cara a la otra persona. A eso sumale esa adrenalina de no saber quién era esa persona, era una adrenalina bastante fuerte".
"La carga social de la palabra puta es muy negativa y quitarle esa carga negativa es empoderarte. Al principio, sufría de pánico y no quería entrar a un restaurante o a un negocio por esa vergüenza que te impone la sociedad desde los mandatos. Antes decía no soy puta, hoy ya no. Cuando me liberé de eso, empecé a trabajar con la cabeza erguida porque no tenía nada de malo lo que hacía. A mí me ha llevado tiempo y estaría bueno que seamos más las que digamos: sí, yo soy puta o trabajadora sexual. Es sexo consentido y un servicio por el cual nos pagan. Nosotras queremos nuestros derechos", comentó.
Según explica la joven, como una de las pocas representantes de AMMAR en Tucumán, durante la pandemia participó de colectas para colaborar con las compañeras que trabajan en la calle y que, debido a las medidas sanitarias, no pueden salir a ejercer el oficio como lo hacían habitualmente: "Hay chicas que, si no trabajan, no comen". Muchos clientes contribuyeron para paliar una situación que hoy es crítica para gran parte del sector. "La trata de personas existe y no lo voy a negar, pero estamos hablando de personas mayores de edad que eligen esta opción de trabajo dentro de un sistema capitalista. Yo entiendo que hay víctimas de la trata, pero no todas somos víctimas y acá hay fundaciones que no fueron a ayudar a las putas, sino que fueron contra las putas", remarca la trabajadora sexual.
Así como las trabajadoras del rubro se sienten desamparadas por un Estado que no las reconoce como tales, según Natasha, también dentro del movimiento feminista que viene luchando por los derechos de las mujeres hay militantes que las excluyen. "Yo pensé que el feminismo era toda una hermosura, pero vi que había un feminismo que te criticaba y te degradaba por generar un dinero y capitalizarte con tu capital erótico. Dentro del movimiento hay militantes que son pro putas, pero también algunas que son muy abolicionistas y que se alteraron y la verdad, no entiendo, por qué este es un tema tan polémico. Está el lema ‘todas con las putas, nadie con la yuta' que es de un feminismo nuevo, pero después no se acercan a las putas. Ahí veo una contradicción en el relato", revela.
En un mundo donde todo parece haberse virtualizado a causa de la pandemia, el sexo no es la excepción y Natasha se adelantó a estos tiempos de erotismo en las pantallas. Para ella fue otra manera de indagar en la propia sexualidad y de explorar nuevas formas del trabajo sexual: "Vi que había toda una movida de venta de contenido sexual en las redes y dije voy a incursionar a ver qué onda. Empecé a vender contenidos pensando que era sacarme fotos en pelotas y después descubrí que no era así".
En la nueva normalidad impuesta por el coronavirus, aumentó de manera exponencial la demanda de contenidos sexuales pagos. Natasha estima que tiene un 50% más de clientes que antes de la pandemia. Un efecto parecido se ha producido también con la oferta, ya que muchas trabajadoras sexuales, incluso personas que nunca habían hecho trabajo sexual, se volcaron a esta modalidad: "Muchas dijeron no llego a fin de mes ¿qué hago? Y se metieron a la virtualidad".
La joven promociona sus servicios a través de su cuenta de Instagram y de Twitter y los contenidos pueden ser intercambios de videos y fotos en tiempo real a través de WhatsApp o de Telegram, videollamadas en vivo y videos personalizados. Los valores varían de acuerdo a la extensión y al tipo de video y arrancan en alrededor de 2000 pesos.
A los 29 recien , se.dio cuenta que se hacia culia gratis , menos mal que te avivaste , que dicen tus padres ???
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No estoy de acuerdo mucho pero si estas preparada no te contaminas y sabes elegir a tus clientes como un trabajo mas no te pasan cosas malas .. y conoces gente bien no todo es oscuro en esta vida...ofreces un servicio con buena vibra ..
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No entiendo cuándo y cómo la voy a poner. Pagar para ver una foto yo no le hallo.
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No puedo creer que esto sea verdad ? realmente hay jeropas que pagn 2 mil pesos por unas fotos ? y de una tr0l@ ?? aun que pensandolo bien es creible ya que en tucuman la mita de los varones son tr0l0s y la otra mitad jeropas
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va, las pokeputas ya hacian eso hace 3 años
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y el LINK¿¿?¿¿?¿??¿?
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"La carga social de la palabra puta es muy negativa y quitarle esa carga negativa es empoderarte. " decia mientras le hacian la cola..andaaa!!
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pero que notica importante.... bancame que la voy anotando en las cosas que me rechupan el pingo....
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