El truco que pocos saben para curar el hipo

El hipo, lejos de ser una enfermedad en sí misma, se revela como un síntoma asociado a diversos padecimientos. Este fenómeno se origina en contracciones involuntarias del diafragma, el músculo que separa el pecho del abdomen y juega un papel fundamental en la respiración.

Cada contracción del diafragma provoca un cierre repentino de las cuerdas vocales, generando el característico sonido de "¡hip!". Para la mayoría, un ataque de hipo suele durar minutos, pero en algunos casos, las contracciones persistentes pueden prolongarse durante meses, causando adelgazamiento y agotamiento. 

Las causas del hipo dependen de su duración; por ejemplo, episodios más breves pueden vincularse a factores como consumir bebidas con gas, exceso de alcohol, ingesta excesiva de alimentos, estrés emocional, entre otros.

En casos de hipo prolongado, que supera las 48 horas, las causas pueden ser más complejas. Daños o irritación en los nervios vagos o frénicos, responsables del control del diafragma, pueden derivar del contacto con objetos en el oído, tumores en el cuello, reflujo gastroesofágico, entre otros. 

Infecciones o daños en el sistema nervioso central también pueden alterar el control del cuerpo sobre el reflejo del hipo. El diagnóstico de casos prolongados involucra exploración física, exámenes neurológicos, análisis de sangre para detectar enfermedades subyacentes, y pruebas de diagnóstico por imágenes.

Aunque la mayoría de los casos de hipo desaparece por sí sola, cuando persiste, el tratamiento puede incluir medicamentos, inyecciones de anestesia para bloquear el nervio frénico, e incluso la implantación quirúrgica de un dispositivo para estimulación eléctrica del nervio vago.