332 años del terremoto que casi destruye a Salta: la historia del Milagro
En 1592 llegó la imagen del Señor del Milagro y pasó 100 años de olvido. Así nace el "Pacto de Fidelidad" de los salteños con sus santos patronos.
La fiesta del Señor y Virgen del Milagro, conocida popularmente como "El Milagro Salteño", es un tiempo de profunda devoción y celebración en la capital salteña. Cada año, peregrinos de distintos puntos de la provincia de Salta y de otras regiones del país llegan en medio de aplausos, cantos, rezos, y una colorida muestra de vírgenes, santos, misachicos, pancartas, estandartes y banderas.
El culto al Señor del Milagro se remonta a septiembre de 1692, cuando una serie de terremotos y posteriores manifestaciones milagrosas movilizaron la devoción hacia una imagen del Cristo Crucificado, que ya llevaba un siglo en la Iglesia Matriz de la ciudad de Salta. Desde entonces, y por iniciativa de las autoridades civiles y eclesiásticas, se decidió celebrar anualmente, el 15 de septiembre, una ceremonia solemne en honor y agradecimiento por los favores recibidos.
La festividad del Milagro alcanza su punto más alto cuando el pueblo de Salta sella su devoción a través del "Pacto de Fidelidad" con sus patronos tutelares, una práctica religiosa que ha perdurado por más de tres siglos. Al atardecer, cuando el sol se oculta detrás de los cerros que rodean la ciudad, las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro ingresan a la Iglesia. En medio de aplausos, pañuelos blancos y el sonido de campanas, una lluvia de pétalos de claveles rojos y blancos cae desde las torres de la Catedral, rindiendo homenaje al Señor del Milagro y a la Virgen, respectivamente.
Los peregrinos del Milagro ofrecen su cansancio después de caminar días y noches bajo el sol, la lluvia, el viento y el frío. La devoción se fundamenta en la protección brindada por las imágenes a la ciudad y a los salteños durante los terribles terremotos que alguna vez asolaron Salta, como se recita en la novena.
El origen del culto se remonta a 1692, cuando un terremoto destruyó la ciudad y sus alrededores. El primer milagro ocurrió cuando dos ayudantes de la sacristía encontraron a la Virgen caída desde un atrio de tres metros, sin romperse y en posición de súplica, como una "madre que pide por sus hijos". El 15 de septiembre, el padre José Carrión recibió el mensaje de Dios de que los temblores no cesarían hasta que se sacara al Cristo, olvidado por más de cien años en una habitación de la Catedral. Este evento marcó el inicio de un culto que se ha convertido en parte integral de la tradición salteña.
La procesión, que congrega a más de 500 mil personas cada año, tiene dos momentos clave: la peregrinación que culmina con la llegada de miles de personas a la capital salteña los días previos al 15 de septiembre, y la procesión propiamente dicha, cuando las imágenes recorren las principales calles de la ciudad entre himnos, cantos y rezos.
La celebración del Milagro en la ciudad de Salta es un ritual religioso que no solo se vive en el presente, sino que también actualiza el pasado y la memoria colectiva sobre ese pasado. A través del pacto de fidelidad y del sacrificio de los peregrinos que asisten a esta fiesta patronal, la devoción ha perdurado por más de tres siglos, consolidándose como una de las tradiciones más importantes y significativas de la salteñidad.
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