A cinco años de la cuarentena eterna de Alberto: ciudad paralizada y mucho miedo

Era una tarde gris de marzo, como tantas otras, pero esa tarde no sería como ninguna. El 19 de marzo de 2020, en medio de una serie de reuniones interminables en la Quinta de Olivos, el entonces presidente Alberto Fernández tomó una decisión que marcaría un antes y un después en la historia reciente de Argentina. Al día siguiente, con el país en vilo, anunció la medida que nadie olvidará: un aislamiento social, preventivo y obligatorio. La cuarentena más extensa y estricta de la región estaba por comenzar.

"Dictamos un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU). A partir de la medianoche (del viernes 20 de marzo de 2020) y hasta las 24 del 31 de marzo, establecimos un aislamiento social, preventivo y obligatorio", anunció Fernández, con un tono sereno pero firme. Sus palabras resonaron en cada rincón del país. "Hemos tomado el toro por las astas", dijo, intentando transmitir seguridad en medio de una incertidumbre que ya comenzaba a apoderarse de todos.

El país que se detuvo

A partir de aquella medianoche, Argentina se paralizó. Las calles se vaciaron en cuestión de horas. Los comercios bajaron sus persianas, las escuelas cerraron sus puertas y el transporte público redujo su frecuencia al mínimo. La vida, tal como la conocíamos, se detuvo. Solo se escuchaba el sonido de las sirenas de ambulancias y el murmullo de vecinos que, desde sus balcones, intentaban entender qué estaba pasando.

La psicosis, como la llamó el propio Fernández, se apoderó de muchos. "Esa sensación de que el daño es muy grave, que todo es irreparable y de que nada puede hacerse", describió el presidente, intentando ponerle palabras a un sentimiento que recorría el país. El miedo al contagio, la incertidumbre económica y la angustia por lo desconocido se mezclaban en un cóctel emocional que dejó huellas profundas.

La cuarentena que no terminaba

Lo que inicialmente estaba previsto como una medida de dos semanas se extendió durante meses. La cuarentena se convirtió en una montaña rusa de restricciones que se flexibilizaban y endurecían al ritmo de los contagios. Los barbijos, el alcohol en gel y el distanciamiento social se volvieron parte de la cotidianidad. Las videollamadas reemplazaron a los abrazos, y las reuniones familiares se trasladaron a las pantallas.

El país vivió momentos de tensión extrema. Las imágenes de los hospitales colapsados, las filas interminables para conseguir un turno médico y las noticias sobre nuevas variantes del virus generaban pánico. Pero también hubo gestos de solidaridad que quedaron grabados en la memoria colectiva: los aplausos a los trabajadores de la salud, las ollas populares y la creatividad de quienes encontraron formas de resistir desde sus hogares.

Cinco años después: las huellas de un país que cambió

Hoy, a cinco años de aquel anuncio, Argentina es un país distinto. La cuarentena dejó secuelas económicas, sociales y emocionales que aún se sienten. Muchos negocios no pudieron reabrir sus puertas, las aulas tardaron en llenarse de nuevo y las cicatrices de quienes perdieron a sus seres queridos siguen abiertas.

Pero también hubo aprendizajes. La pandemia aceleró la digitalización, demostró la importancia de la ciencia y puso en valor el trabajo de quienes sostuvieron los servicios esenciales. Aquella cuarentena, que en su momento parecía interminable, hoy se recuerda como un capítulo oscuro pero lleno de enseñanzas.

Alberto Fernández, con su anuncio del 20 de marzo de 2020, tomó una decisión que dividió aguas. Hoy, mirando hacia atrás, queda claro que aquella medida no solo buscó proteger la salud de los argentinos, sino que también puso a prueba la capacidad de un país para reinventarse en medio del caos. Y, a pesar de todo, aquí estamos.