Un coro de niños gritando de terror anunció el trágico final de su madre

La violencia de género que sufría Yannet Valladares era un secreto a voces entre su familia, sus amigas e incluso sus vecinos de Famaillá, todos ellos testigos impotentes de los brutales ataques a los que la sometía Walter Castellano, quien finalmente la mató de una puñalda este fin de semana.

Maria Arias, quien vive a metros de la casa de la pareja en el barrio 200 Viviendas de esa ciudad, recuerda que más de una vez la escuchó gritar mientras era golpeada. "Los chicos también gritaban pidiéndole al padre que parara", recuerda horrorizada la mujer.

Según ella, todo el barrio sabe lo que padeció Yannet, que fue quien mantuvo el hogar, ya que al asesino no le duraba ningún trabajo a causa de su adicción al alcohol.

Nora Belmonte, prima de la víctima, evocó cuánto hicieron desde el entorno familiar para convencer a la joven de que se alejara de su marido, pero todo fue en vano. "Ella soportaba violencias de todo tipo para que sus hijos tuvieran a su padre; no quería romper la familia", aseguró.

Las hermanas de Yannet denunciaron más de una vez al femicida, pero en la comisaría siempre les dio la impresión de que no las tomaban en serio. Ellas, sus primos, sus padres y hasta sus vecinos trataron de convencerla de que corría peligro, pero ella siempre minimizó el tema.

Hoy, ante el aberrante femicidio, todos se preguntan si hubo algo más que hubieran podido hacer para evitarla, reproches que también comienzan a apuntar a la familia del femicida, en especial a su madre, a quien acusan de apañar la violencia que ejerció contra Yannet y que terminó acabando con su vida.