La decisión que tomó la salteña atacada por coreanos en un edificio del centro

Una joven mujer denunció una violenta agresión en la comisaría 1 que sufrió la madrugada del domingo 8 de manos de un grupo de extranjeros, aparentemente de origen coreano. La agresión tuvo lugar en un edificio de alta categoría en el centro de Salta, donde la víctima y su pareja confrontaron a los extranjeros por su comportamiento violento y desordenado.

Los hechos iniciales se grabaron en las cámaras de seguridad del edificio, mostrando a los extranjeros involucrados en una pelea entre ellos al llegar al edificio. Luego, subieron a la torre y comenzaron a golpear las puertas de sus vecinos, algunos de los cuales estaban ausentes, hasta llegar a donde estaba la víctima y su pareja.

La mujer explicó a diario El Tribuno: "La violencia con la que atacaron mi puerta llevó a mi marido a confrontarlos, pero los extranjeros, que no hablaban español, no le prestaron atención y continuaron con su comportamiento violento. Incluso había uno que no podía mantenerse en pie".

Continuó relatando que su esposo intentó hablar con el grupo y filmarlos para presentar pruebas al consorcio del edificio, pero esto enfureció a los coreanos, quienes lo atacaron en grupo con golpes de todo tipo. La mujer intervino para proteger a su esposo y recibió golpes en sus glúteos y en la cara, quedando aturdida.

El personal del edificio intervino y separó a los agresores, mientras asistían a la mujer por las lesiones sufridas. La víctima llamó al 911, y la policía llegó poco después. Dos de los extranjeros enfurecidos fueron detenidos por la policía, mientras los demás huyeron al quinto piso y no volvieron a salir.

La mujer recibió tratamiento en la Clínica Güemes para sus heridas, especialmente en el rostro, que dejaron marcas evidentes. Su esposo, un abogado, amplió la denuncia días después debido a la falta de respuesta por parte de los agresores y la falta de acción tras la denuncia.

La mujer sintió la necesidad de hablar públicamente a través de los medios porque pasaron varios días sin respuestas y, al no sentirse segura, decidió mudarse a otro lugar.

A pesar de la agresión, no guarda resentimiento contra los extranjeros, sino que exige garantías de seguridad tanto de la Justicia como de los propietarios y el consorcio del edificio. El incidente resaltó la necesidad de intérpretes para tratar con personas extranjeras, ya que la falta de comunicación dificulta la resolución de estos casos.