Así fue la dramática caída del vuelo 191: 273 muertos sin identificar
Un DC-10 de American Airlines que despegaba del aeropuerto de Chicago sufrió un desprendimiento de motor y se precipitó a tierra.
El 25 de mayo de 1979, un DC-10 de American Airlines que despegaba del Aeropuerto Internacional O'Hare de Chicago sufrió un desprendimiento de motor y se precipitó a tierra, causando la muerte de las 273 personas que se encontraban a bordo. Este trágico accidente marcó un antes y un después en la historia de la aviación comercial, no solo por la magnitud de la tragedia, sino también por las repercusiones que tuvo en la industria aeronáutica.
Un vuelo que nunca llegó a destino
El vuelo 191 de American Airlines tenía como destino Los Ángeles. A las 15:30 horas, el avión despegó de Chicago con 263 pasajeros y 10 tripulantes a bordo. Sin embargo, a los pocos minutos de iniciado el ascenso, una de las turbinas del ala izquierda se desprendió, provocando una serie de fallas catastróficas. El DC-10 se inclinó bruscamente hacia la izquierda, perdió el control y se estrelló contra unas instalaciones abandonadas cerca del aeropuerto.
Un rescate imposible
Los equipos de emergencia llegaron al lugar del accidente en cuestión de minutos, pero las llamas y la destrucción eran tan grandes que no había nada que se pudiera hacer por las víctimas. Los 273 ocupantes del avión habían fallecido en el acto. La magnitud del desastre conmocionó al mundo entero y puso en el centro de la escena la seguridad de los vuelos comerciales.
El "Avión Villano" en la mira
Las investigaciones posteriores al accidente revelaron que el DC-10 tenía un defecto de fabricación en el sistema de sujeción de los motores. Este defecto había sido detectado en otros aviones del mismo modelo, pero no se habían tomado las medidas necesarias para corregirlo. A raíz de la tragedia de Chicago, la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) ordenó la inmovilización de todos los DC-10 que volaban en el país.
Una guerra de intereses
La decisión de la FAA provocó una reacción en cadena a nivel global. Aerolíneas de todo el mundo también inmovilizaron sus DC-10, lo que generó un caos en el transporte aéreo y significó pérdidas millonarias para la industria. Mc Donnell Douglas, la empresa fabricante del avión, se vio envuelta en una batalla legal con las familias de las víctimas y con las aerolíneas afectadas por la inmovilización.
El lento regreso a los cielos
Tras un mes de intensas negociaciones y revisiones técnicas, la FAA autorizó nuevamente el vuelo de los DC-10, pero con la condición de que se implementaran nuevas medidas de seguridad. Sin embargo, la tragedia del vuelo 191 había dejado una marca imborrable en la industria. La confianza en el DC-10 se vio seriamente afectada y, a pesar de que continuó volando durante algunos años más, su reputación nunca se recuperó.
Un legado de dolor y lecciones aprendidas
El accidente del vuelo 191 de American Airlines fue una de las peores tragedias en la historia de la aviación comercial. A partir de este hecho, se implementaron nuevas medidas de seguridad y se reforzaron los controles de calidad en la fabricación de aviones. La tragedia también puso de manifiesto la importancia de la transparencia y la comunicación en la industria aeronáutica para evitar que este tipo de tragedias vuelvan a ocurrir.
Que interesante para nuestra ciudad....
Ver más