Los partidos políticos son una pieza de museo
Los partidos no tienen vida propia. El fracaso de los partidos es también el fracaso de nuestra dirigencia.
Urtubey, siendo peronista, gana su primera gobernación enfrentando al Partido Justicialista. No pudo participar en una interna partidaria porque su Carta Orgánica solo permite la postulación del gobernador, o del elegido por el gobernador, por los insólitos requisitos exigidos para hacerlo.
Inmediatamente después, el Partido Justicialista se le ofrece servilmente. Crea una ilegítima Comisión de Acción Política, situando a Godoy al frente, despojando a Juan Carlos, elegido presidente del Consejo por el voto de sus afiliados, de los atributos del cargo. Godoy, ante el fracaso de las últimas elecciones, abandona el barco y se pasa al Frente de Todos.
Walter Wayar intenta nuevamente ser gobernador, pero como ser candidato del Partido Justicialista es imposible, se presenta con otro partido.
Juan Carlos Romero se postula para un cuarto período de gobernador, con otro partido, distinto al que presidió por más de una década. Urtubey se postula como candidato a vicepresidente de la Nación, con un partido que no fue el que presidía.
Sáenz gana la gobernación por afuera del Justicialismo, pero como ocurrió con Urtubey, se le ofreció el partido en fuente de plata, regalo que aceptó designando un virrey.
La familia Kirchner, tres veces elegida presidente por el Justicialismo, crea un partido propio.
Vemos que las personas son mas importantes que los partidos, pues éstos perdieron contacto con la realidad. Ésto nos puede llevar al autoritarismo y al pensamiento único. Antes, los partidos lo impedían.
Con Menem comienza la declinación de los partidos, cuando elige como conductores y candidatos a personas cuyo único mérito era ser conocido y querido por la gente. Así nace Scioli, Reutemann y Palito Ortega. Había desaparecido la carrera de los honores, que era el principal atributo de los partidos políticos. Y esa desgraciada ocurrencia se continúa en Salta con diputados y concejales sin mérito partidario.
La crisis se agrava cuando Borocotó, solo un simple y conocido comentarista deportivo, se pasa con bandera y banda al Justicialismo, inmediatamente después de haber sido elegido por otro partido.
Este travestismo continúa hasta el presente, pues el gobierno de turno coopta a legisladores de otros partidos, tanto en la Nación como en Salta.
Lo que he señalado es que los partidos han perdido la fuerte adhesión que los caracterizaba. El radical era radical y votaba por los candidatos radicales. Y lo mismo el peronista, el comunista o el socialista o los partidos provinciales. La afiliación era realmente importante, ahora en continua declinación.
Cada partido representaba a un sector de la comunidad y propugnaba una mejora no solo para su sector sino para todos. El Justicialismo a los más humildes. El radicalismo a la clase media. El Justicialismo hoy no representa a los más humildes ni el radicalismo a la clase media. Los que se rotulan peronistas, radicales o de otras tendencias, con la excepción del Partido Obrero, no votan al partido sino al candidato de su agrado, provenga de dónde provenga. Reitero: los candidatos son ya más importantes que los partidos. Los partidos sólo son una idea lejana. Han dejado de ser el puente de comunicación con la comunidad.
El Fondo Partidario Permanente, que colabora con el mantenimiento de los partidos y con su participación en los actos electorales, impone ciertos requisitos. El más importante es la plataforma partidaria antes de cada elección. Hasta dónde conozco, la nueva plataforma es igual a la anterior, con algunos retoques para que parezca nueva. El 20% de los aportes estatales debe ser para capacitación de la diligencia política. Un 30% para capacitar para la función pública y otro 30 por ciento para que las mujeres de cada partido tengan recursos y estructuras para la ardua pelea por la igualdad con el hombre.
Esto no se cumple. Inventan eventos y ciclos de capacitación, todos, intentando justificar el cumplimiento de sus obligaciones. Reconozco que los radicales cumplen con el deber de resolver nominaciones por internas. Y nos da esperanza que el Partido Renovador haya elegido nueva conducción mediante elecciones.
¿Alguno de los oyentes o de los lectores tiene conocimiento de una convocatoria de cualquier partido invitando a capacitarse?
¿Dónde están los equipos de estudio y planificación de los partidos? En el Justicialismo existían grupos antagónicos, en especial en salud pública. Contadores, ingenieros, abogados, empresarios, dirigentes sindicales, en especial todas las ramas médicas. Hoy que pasa. La casa esta vacía y sin ideas.
Existen multiplicidad de partidos. Y los más pequeños se integran a algún frente para no desaparecer por no obtener el mínimo de votos que les garantice permanencia.
Todas las incongruencias que he señalado muestran que los partidos políticos han dejado de representar a toda o a sectores de la comunidad. Este problema es de nivel mundial. Es la razón por la que se conformaron los Consejos Económico Sociales después de la Segunda Guerra Mundial.
Ha desaparecido el sentido de pertenencia, no cumplen cabalmente con sus obligaciones. Se han convertido en la llave que abre la puerta para las candidaturas. Sólo eso.
Lo que he expuesto sirve para la pregunta final. ¿No es hora de comenzar a discutir si los partidos se han avejentado de modo irrecuperable y se han vuelto obsoletos?
Si los candidatos son más importantes que los partidos, y si éstos no cumplen con la finalidad con qué fueron creados, ¿para qué sirven?
¿Es posible revitalizarlos? Es muy difícil. Pero debemos intentarlo por el rol que las constituciones nacional y provincial les asignan. Para ambas los partidos son el eje fundamental de la democracia, aunque en los hechos no es así.
Debemos discutir cómo poner nuevamente en marcha a los partidos. Sugiero algunas:
1 Restricción de los mandatos. La cúpula no puede apolillarse en la conducción.
2 Cuentas claras. Utilizar obligatoriamente las redes para informar sobre los ingresos, cómo los obtienen y como se gastan. Utilizar otros medios donde no haya conectividad.
3 Posibilitar la revocatoria de mandatos de la dirigencia, con la firma del diez por ciento del padrón de afiliados, para la posterior consulta entre todos los adherentes.
4 Control judicial estricto de las obligaciones de cada partido. En especial la de capacitar a su dirigencia para la vida electoral y para la función pública.
5 Las bancas deben corresponderle al partido, que puede solicitar su desplazamiento por vía judicial sumarísima, por apartamiento de la plataforma partidaria o por emigrar a otro partido.
6 Todas las elecciones internas deben ser instrumentadas por la Justicia Electoral. Las Juntas Electorales normalmente representan a la conducción vigente y no es imparcial.
7 La Carta Orgánica y la plataforma electoral deben ser obligatoriamente revisadas cada tres años. Todos los afiliados deben tener derecho a opinar y no solo los congresales.
8 Todos los afiliados deben contribuir al sostenimiento del partido con una suma que esté al alcance de todos. Esto ayudará a recuperar el sentido de pertenencia.
9 Las contribuciones en especie deben ser comunicadas, indicando su procedencia.
10 Los requisitos para poder competir en las internas deben ser razonables.
Los dos últimos gobernadores salteños surgieron de movimientos no de partidos. La política siguió activa durante los gobiernos militares, con los partidos políticos interdictos. La política no depende de los partidos.
Los cientos de candidaturas originadas en el perverso sistema de listas colectoras muestran el fracaso actual de los partidos. PERO LOS PARTIDOS NO TIENEN VIDA PROPIA. Son solo una herramienta que debe ser bien utilizada por las personas. El fracaso de los partidos es también el fracaso de nuestra dirigencia.
Vuelvo a repetir la pregunta inicial: ¿Para qué sirven los partidos políticos?
Unidos y organizados, una Argentina y una Salta más justa, es posible.