En la Argentina todavía hay 7 millones de personas sin agua potable
En Santiago del Estero, por ejemplo, cuatro de cada diez hogares no tienen conexión con el agua corriente.
Los números en el mundo estremecen. Y la Argentina no escapa al flagelo. Tres de cada diez personas en el planeta no tiene acceso a agua gestionada de forma segura y disponible para el consumo en su casa. En el país, todavía hay 7 millones de personas que no cuentan con servicio de agua potable, según datos del ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda.
La expresión "agua gestionada de forma segura" implica el acceso a agua potable libre de contaminación que se puede consumir en el hogar cuando sea necesario. En números absolutos, esta problemática abarca una población de 2.100 millones de personas e impacta directamente en los indicadores de salud. Los datos, que se desprenden de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, explican otra realidad insoportable: 361.000 niños por debajo de los 5 años mueren por causa de diarrea en el mundo todos los años. Esto equivale a dos cada tres minutos.
La precariedad en materia de higiene y la falta de acceso al agua están relacionadas también a otras enfermedades como cólera, disentería, fiebre tifoidea y hepatitis A. "El agua segura, la sanidad y la higiene en el hogar no pueden ser un privilegio para quienes son ricos o viven en los centros urbanos", dijo el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud. Además, añadió: "estos son algunos de los requerimientos más básicos para la salud humana, y todos los países tienen su cuota de responsabilidad en asegurar que todos tengan acceso a ellos".
En la Argentina, 7 millones de personas no cuentan con servicio de agua potable, teniendo en cuenta que la cobertura es más baja en zonas rurales que en áreas urbanas. Además, casi 20 millones de personas no cuentan con cloacas y el 80 por ciento de los residuos cloacales van a parar a ríos y arroyos, sin tratamiento.
En Argentina cuando hablamos de falta de agua, también hablamos de pobreza. Un trabajo de la Universidad Católica Argentina (UCA) refiere que, en Santiago del Estero, por ejemplo, cuatro de cada diez hogares no tienen conexión con el agua corriente, es decir el 40% de las familias que allí viven. Además, en Formosa y Chaco, el 35% de los hogares tampoco acceden a cloacas y en diferentes zonas rurales del país los pobladores deben caminar entre 4 y 6 horas para obtener agua potable. Como contracara, en otras zonas, el agua se derrocha: mientras el consumo promedio del país es de 180 litros de agua, en la ciudad de Buenos Aires se superan los 560 litros por habitante, mostrando una marcada brecha federal.
El agua que se desperdicia con una canilla que gotea, que suma unos 45 litros, equivale a lo que precisan 22 personas para desarrollarse a diario.
Tal como sucede a nivel mundial, el problema del acceso al agua está directamente signado por las condiciones socioeconómicas. Según datos de un relevamiento realizado por la Fundación Techo en 2016, el 95 por ciento de las familias que vive en asentamientos no tiene acceso a agua potable y el 98 por ciento no tiene acceso a cloacas.
Manuel Lozano, presidente de Fundación Sí, una organización que trabaja en casi todas las provincias del país (salvo Tierra del Fuego y Santa Cruz), tanto con residencias universitarias como con ayuda integral a los sectores más vulnerables, cuenta cómo es el panorama en algunas de las poblaciones más postergadas: "La Curvita, una comunidad que quedó completamente bajo agua por las inundaciones en Salta, y que, como consecuencia, tuvo que mudarse, planteaba el tema del agua potable como una de las necesidades primordiales".
Pero dentro de esta problemática, también hay algunos desafíos derivados que tienen a la educación como principal agente de cambio. "Yo creo que hay mucho desconocimiento. A veces pasa que las comunidades se van acostumbrando al agua que tienen cerca y quizás no se conocen las consecuencias que trae consumir agua contaminada, -dice Lozano-. Salvo en algún caso donde la contaminación tiene que ver con el color, si el agua sale transparente, no se sabe que no se puede tomar. Después puede haber una consecuencia en la salud, pero no lo asocia con eso".
Sin dudas, el acceso universal al agua segura sigue siendo una deuda pendiente que profundiza, a diario, la exclusión de millones de personas. ¿Llegará pronto la hora de saldarla en nuestro país?
Mejor,después de 70 años de peronismo!!!
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despues de 30 años de gobiernos peronistas???, no puede ser !!!!
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