Dalmiro Flores, el salteño que fue asesinado por la espalda en la Dictadura Militar

Dalmiro Flores, nacido en Campo Santo, Salta, fue un joven metalúrgico que se convirtió en víctima de la represión de la última dictadura militar argentina. Su muerte, el 16 de diciembre de 1982, marcó uno de los episodios más crudos de la violencia ejercida por el régimen contra quienes se oponían a su gobierno, según informó Cuarto.

En ese momento, Dalmiro tenía 28 años y había llegado a Buenos Aires desde Salta para trabajar en diversas fábricas. Estaba afiliado a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y ese día participaba en una manifestación convocada por la Multipartidaria, una agrupación que reunía a todos los partidos políticos que fueron habilitados por la dictadura tras la derrota en Malvinas. La marcha se oponía al gobierno de facto y buscaba la recuperación de la democracia.

Mientras la mayoría de los manifestantes se dispersaba, Dalmiro y un pequeño grupo permanecieron en la esquina de Bolívar y Diagonal Sur, en la zona del Cabildo. En ese momento, un vehículo Falcon verde se detuvo cerca de ellos y un hombre vestido de civil salió del vehículo. Tras una breve confrontación, el tirador disparó desde el coche. El balazo alcanzó a Dalmiro por la espalda y lo mató al instante, según publicó el medio Cuarto.

El hombre que disparó no solo mató a Dalmiro sino que, según testigos, gritó "¡Morite, peronista hijo de puta!" antes de huir en el Falcon. Lo irónico y trágico es que Dalmiro había decidido afiliarse al Partido Justicialista (PJ) apenas tres días antes de la marcha.

El crimen quedó impune. La dictadura utilizó como excusa que Dalmiro no había obedecido la orden de "alto", aunque los testigos desmintieron este argumento. Además, el número de patente del Falcon fue registrado, pero nunca se avanzó en la investigación.

Tras su asesinato, las autoridades de Salta prohibieron el velatorio de Dalmiro. Temían que la situación desatara disturbios. Por ello, su familia y amigos decidieron enterrarlo en Campo Santo, su localidad natal, en la más estricta confidencialidad. Su nombre, sin embargo, quedó marcado en la historia como una de las víctimas de la dictadura que nunca fue olvidada.

Dalmiro Flores no fue un "NN" más, como tantos otros que fueron arrojados al olvido por el régimen. Su historia se mantiene viva en el recuerdo popular como una bisagra entre el terror de la dictadura y la democracia que se conquistó años después. En su sacrificio, Dalmiro también dejó una huella en la lucha por los derechos laborales, un legado que permanece intacto hasta el día de hoy.

En su memoria, se recuerda cómo la dictadura intentó borrar la dignidad y los derechos de quienes luchaban por la libertad, pero la resistencia y la memoria histórica siguen siendo el mejor homenaje para aquellos que como Dalmiro, dieron su vida por un futuro más justo.